martes, 13 de marzo de 2007

Trata de blancas en Colombia

Desde 1998 INTERPOL ha adelantado 15 grandes operaciones en las que han sido rescatadas 240 mujeres y capturados 95 integrantes de redes de tráfico de personas. Solo en Japón, en diciembre de 1999, fueron detenidas 100 mujeres colombianas y en mayo de 2000, rescatadas 60 latinoamericanas, entre ellas 24 colombianas. AP, Estados Unidos
Colombianas lloran en burdeles asiáticos
Calculan que son más de 50.000 las mujeres en redes de prostitución.
Los principales lugares de destino están en Japón, España y Holanda.
Se van del país engañadas y regresan bajo amenazas y presión.
Medellín
Las esclavas modernas no tienen marcas de grilletes en los tobillos, pero llevan a cuestas el peso de una deuda de miles de dólares; no mantienen cicatrices de latigazos en la espalda, pero soportan la tortura de sostener, sin desear, más de veinte relaciones sexuales diarias.
Las esclavas modernas sufren de soledad y depresión por estar lejos de su país; lloran por la impotencia de haber sido engañadas; viven la angustia diaria del encierro, y sobrellevan amenazas constantes contra su integridad.
Dice la INTERPOL que son entre 45.000 y 50.000 las mujeres colombianas que trabajan, contra su voluntad, en prostíbulos japoneses, alemanes, españoles, belgas y holandeses.
"Calcular cuántas son es muy difícil porque se trata de un negocio clandestino. Me atrevería a afirmar que son mucho más de 50.000 las colombianas que están siendo explotadas en diferentes lugares del mundo", afirma un oficial de inteligencia de la INTERPOL.
Esta agencia, en asocio con el Departamento Administrativo de Seguridad, DAS y diferentes entidades estatales como los ministerios de Justicia y Relaciones Exteriores, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y los organismos de control del Estado, entre otros, conforman un comité que trabaja en la prevención del tráfico de personas y el desmantelamiento de las redes que operan en Colombia.
"El que vivimos tiene que ser un tiempo de soluciones, pues hasta ahora la prostitución forzada, el tráfico de mujeres, de niños y niñas para dedicarlos a la prostitución, la mendicidad, los trabajos forzados o las prácticas esclavistas, ocurre sin mayores sanciones tanto para los traficantes como para los consumidores", dijo el vicepresidente, Francisco Santos, durante su intervención en la conferencia Estrategias de choque en la lucha global contra el tráfico sexual, organizada por el Departamento de Estado de Estados Unidos.
El funcionario reclamaba mayor cooperación internacional para combatir este delito, que se constituye en el tercero a nivel mundial porque sólo en Europa está moviendo recursos anuales por casi siete mil millones de dólares. Colombia, según las autoridades, es el segundo país de América en exportar personas para la explotación sexual.
"En la mayoría de los casos se trata de mujeres jóvenes, cabezas de hogar, desempleadas o con un nivel de vida que no está acorde con sus expectativas. Como no tienen autonomía financiera para emprender un viaje al exterior, es fácil que caigan, engañadas, en una red de tráfico internacional", explica Victoria Eugenia Giraldo, directora de la Fundación Esperanza, que lidera planes de prevención, sensibilización y atención a víctimas de este flagelo.
La mentira
De acuerdo con su experiencia, hay mujeres que sufren un engaño total con jugosas ofertas de trabajo en otros países y con la promesa de que saldrán legalmente de Colombia.
"Otras saben de antemano cuál será su oficio, pero desconocen el modus vivendi y los altos costos que tendrán que pagar a las mafias por permitir su actividad", continúa el agente de la INTERPOL.
En la mayoría de los casos, las víctimas son invitadas por familiares, amigos o vecinos a aceptar las supuestas propuestas laborales, de manera que no se generan sospechas sobre la legalidad del asunto.
"Lo que sucede es que una vez pagada la mitad de la deuda mediante prostitución, las mujeres son obligadas a volver a Colombia y presionadas para que paguen la otra mitad de la deuda enganchando a amigas o a familiares. Hoy en día es raro encontrar extranjeros reclutando colombianas. Se trata de las mismas personas que alguna vez cayeron en poder de estas redes quienes, bajo amenazas, siguen conectadas y en algunos casos, otra vez obligadas a salir del país", comenta el agente de la INTERPOL.
Según las cifras oficiales, el 90 por ciento de las mujeres que son explotadas por esta modalidad son mayores de edad, de manera que los casos de falsificación de pasaportes son escasos y se dan, sobre todo, entre menores de edad.
Sin embargo, Victoria Eugenia Giraldo, advierte que con el argumento de que a los colombianos "no les dan visa para ningún lado", es fácil convencer a las posibles víctimas de que "lleven pasaportes de otras nacionalidades".
El viaje
Además, les prohíben comunicarle a la familia hacia dónde van, les impiden llevar compañía al aeropuerto para que las despidan y les "sugieren" no conversar con otros pasajeros en el avión.
"En el aeropuerto El dorado se ven con frecuencia grupos de cinco o más mujeres que llegan de diferentes ciudades del país, pero que fueron enganchadas por una misma red", explica el agente de INTERPOL.
De acuerdo con las investigaciones, el 40 por ciento de las mujeres que caen en estas redes son llevadas a Japón, el 30 por ciento a España, el 20 por ciento a Holanda y el restante 10 por ciento se distribuye en Alemania, Estados Unidos, Grecia, Singapur y Hong Kong.
Aunque también se han encontrado redes en países americanos como Venezuela, Ecuador y Panamá.
Una vez en el país de destino, son recibidas por un contacto, generalmente colombiano, para que se sientan en confianza. De manera abrupta y radical las condiciones del viaje se transforman.
La mayoría de las veces son encerradas y agredidas verbal y físicamente, hasta que las despojan de sus documentos de identificación y su tiquete de regreso.
Las reglas del juego incluyen trabajar como prostitutas desde las 7:00 de la mañana hasta altas horas de la noche; sumar a la deuda por el viaje, el pago por alimentación, maquillaje y ropa llamativa, y cambiar el color del cabello.
"Si hay rebeldía o incumplimiento son torturadas física y sicológicamente e, incluso, son drogadas y alcoholizadas, lo cual es sumado a la deuda. La mayoría de las veces, terminan por volverse alcohólicas", explica el agente de la INTERPOL.
Sometidas a prácticas sexuales degradantes y humillantes estas mujeres son, además, trasladadas en forma continua de un lugar a otro, para que no establezcan lazos afectivos con ningún cliente que pueda ayudarles a escapar.
Algunas son vendidas a organizaciones criminales como la Yakuza japonesa, que se dedica, entre otras actividades delictivas, a la prostitución en diferentes países orientales.
El regreso
En algunas ocasiones, el pago total de la deuda le permite a la persona volver a su país de origen, pero en otros, es el contagio de enfermedades de transmisión sexual lo que le da el tiquete de regreso.
"Las personas llegan muy lesionadas sicológicamente y, a veces, en lo físico. Además, han adquirido deudas grandísimas. Para ellas, lo más difícil del regreso es encontrar un proyecto de vida productivo", indica Victoria Eugenia Giraldo.
La Fundación Esperanza atiende, en el aeropuerto, los casos que vienen remitidos por consulados o por autoridades policiales. Se les brinda atención médica y sicológica primaria y se les ayuda a regresar a su ciudad natal.
"Si en esa región tenemos organizaciones aliadas para el tratamiento posterior del caso, le prestamos el servicio que necesite. Lamentablemente, sabemos de personas que caen de nuevo en la red por intimidaciones de los traficantes", continúa Giraldo.
La falta de denuncias ante las autoridades dificulta el rastreo y captura de estos delincuentes, pero gracias a las operaciones internacionales se han adelantado 15 grandes operativos en los últimos cinco años.
A las esclavas modernas no las comercializan en plazas públicas, las exhiben en tarimas de burdeles y habitaciones sórdidas sin más remedio que acceder a un trabajo forzado: vender el cuerpo sin obtener ninguna ganancia.

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